Ramón Zallo Elgezabal

(Gernika 1948). Licenciado en Derecho y en Economía, catedrático  de universidad y, hoy, Profesor Emérito UPV-EHU. Aparte de análisis frecuentes en prensa y revistas y varios libros sobre política y cultura vasca, como investigador y docente está especializado en materias de economía y políticas audiovisuales, culturales y comunicativas, con numerosas publicaciones. Ejerció de Asesor de Cultura del Gobierno Vasco para temas de comunicación, audiovisual y cultura en las legislaturas 2002-2009.

La pandemia y Urdaibai

El confinamiento me ha pillado redactando un largo informe sobre la estructura económica y social del territorio de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, la comarca de Busturialdea, con sus veinte municipios: Ajangiz, Arratzu, Bermeo, Busturia, Ea, Elentxobe, Ereño, Errigoiti, Forua, Gautegiz Arteaga, Gernika- Lumo, Ibarrangelu, Kortezubi, Mendata, Morga, Mundaka, Murueta, Muxika, Nabarniz y Sukarrieta. lncluye así a los municipios que no siendo Urdaibai, sí lo son de Busturialdea: Ea y Morga.

Estando dicho casi todo lo imaginable sobre la pandemia de tal manera que es difícil decir algo nuevo, me ha parecido que puede tener interés trasladar el prólogo del manuscrito, ya acabado para un futuro libro, por dos razones: como caso aplicado del significado de la crisis sanitaria, social y productiva vivida de forma tan intensa y universal; y como revisión del marco conceptual con el que abordar el inmediato futuro sobre un plano territorial –Urdaibai u otro- aunque, chocantemente, el informe solo pueda hablar con datos del inmediato pasado.

“Este informe, redactado en el periodo de la Covid 19, refleja en su marco conceptual, en su frame, algunas enseñanzas de los efectos desastrosos de una mala gestión de la biodiversidad y de los recursos naturales que está en la base de la expansión y arrasamiento del coronavirus y como derivada de un modelo de desarrollo depredador –en suelos, espacios naturales y modos de vida- también practicado en Euskal Herria.

El fenómeno, que se ha cebado en gente mayor con razonables esperanzas de vida, ha sido un doble aviso: por un lado, en el campo de la prevención y del estado de salud del sistema sanitario y, por otro lado, como anticipo de lo que puede suponer el cambio climático si no se toman medidas drásticas para reconducirlo. Asimismo, ha convertido en contingente cualquier modelo normativo anterior que no se centre de partida en la especie, la salud y el acceso a servicios comunes. Con todo, el sistema, con su lógica de poderes, no se detiene en su tendencia a la barbarie, por lo que sus cambios a mejor solo dependerán de la presión social y no de la racionalidad sistémica.

La globalización productiva y de las cadenas de distribución, en busca de precios más baratos a cualquier precio a escala mundo, arrasa los lugares que los producen, contamina los océanos y cielos que cruza a base de combustibles fósiles y destruye las economías locales a las que llega. Es especialmente dañina en el ámbito de la alimentación, lo que conlleva el abandono de la gestión productiva del propio territorio y de sus paisajes en busca de rentabilidades a corto que pasan facturas impagables a largo.

El informe está centrado en exprimir de forma cuantitativa las variables convencionales de la estadística institucional al uso, siendo consciente de que detrás de las herramientas estadísticas hay un marco conceptual convencional. Pero los datos, índices y cifras –y no hay otras de aceptación general- pueden servir, no solo para contrastar su evolución dentro de ese marco conceptual, sino también para hacerlos valer fuera de ese marco y ayudar a alumbrar otros modelos de desarrollo decididos colectivamente, tarea para la que la información es necesaria aunque insuficiente.

Es un falso dilema tener que aceptar crecimientos a cualquier precio, incluyendo la degradación del territorio y de sus ecosistemas, así como la explotación de las personas que es una de las especies que lo habitan; o, al contrario, concebir la Reserva como una residencia aislada para privilegiados, a costa de su economía y del futuro de su juventud.

Es por ello que aquí se asumen dos tipos de puntos de partida para ayudar a alumbrar nuevos marcos conceptuales. Uno defensivo: se trata de afrontar las crisis socio-ambientales derivadas del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad por degradación de los ecosistemas también en Urbaibai, en Busturialdea, en donde, además, hay una responsabilidad añadida por el encargo recibido de cuidarla por relevante para la biosfera en la que habitamos distintas especies. Otro en positivo, la apuesta por el desarrollo humano local sostenible, o sea, por la territorialización, se basa en “pensar y actuar desde el territorio para construir proyectos colectivos, que tengan como referencia la sostenibilidad, basados en las personas consideradas individual y colectivamente. En especial, plantea el protagonismo de las sociedades locales en la búsqueda de su propio desarrollo y como agentes activos en la creación de una globalización desde abajo.”(Hegoa)

Esa gestión local es, por fuerza, por delegación de la especie y no puede ser el producto de meros intereses locales. Urdaibai no es de los vecinos y vecinas que lo habitan y disfrutan, sino patrimonio de la biosfera y de la humanidad y que la comunidad de Euskal Herria manda gestionar a autoridades y vecindario de Busturialdea conforme a pautas de conservación y desarrollo sostenibles.

En su concreción se ha de nutrir de conceptualizaciones. Aquí proponemos algunas como: la prioridad del mantenimiento del entorno y las pautas medioambientales; la protección de los bienes comunes; la defensa de lo público; la ordenación razonable del territorio; la provisión de una vida digna; el fomento de las capacidades para los proyectos de vida de cada cual dentro de unos mínimos colectivos; el impulso igualitario y democratizador; la gobernanza participada; la solidaridad en los cuidados de todo tipo; la igualdad de género; la territorialización de las cadenas de producción y distribución de alimentos, fomentando los mercados de proximidad; la solidaridad intergeneracional; la movilidad sostenible; la soberanía alimentaria; la resolución de los conflictos desde criterios de justicia y equidad; la defensa de la libertad individual; el ejercicio de la soberanía colectiva…

Pero también se asumen otros referentes, compatibles con los anteriores, si el principio de sostenibilidad informa a cualquier actividad económica presente o futura: el valor añadido, los equilibrios intersectoriales, el empleo, la calidad contractual, la implantación empresarial sostenible, la ocupación, la productividad, los equilibrios demográficos, el nivel de la renta, la tecnología, la competitividad…; todo ello necesario para la calidad del hábitat general y para que la juventud cuente con oportunidades de trabajo también en la comarca y no sea solo lugar de residencia, vivero de capital social y espacio de saludable ocio.

Aunque el concepto que se maneja está en las antípodas del desarrollismo a cualquier precio, es necesario un dinamismo económico en claves de crecimiento en muchas actividades y de decrecimiento de aquellas que son incompatibles con la sostenibilidad. Hay comarcas que están creciendo más rápidamente que Busturialdea, pero también a costa de la sostenibilidad. Y eso no es un modelo con el que compararse ni a imitar.

No se trata de una carta al Olentzero, sino de dos tipos de pautas mentales a compaginar para proponer alternativas cuya viabilidad dependerá de la fuerza social y de legitimidad que conciten tras de si.

En Urdaibai se ha ido produciendo a lo largo del tiempo, y sobre todo en el siglo XX, un cambio dramático del uso del suelo, con el que se ha ido rompiendo la cadena de equilibrios entre naturaleza y gestión humana de la biodiversidad. La Reserva –como ecosistema protegido de naturaleza y cultura que cuenta con un marco legislativo- es una restricción frente a usos impropios, pero también como “infraestructura verde” (red de áreas naturales y semi-naturales) rinde un “servicio de ecosistema“[1] en forma de beneficio general (provisión de agua y alimentos, auto-regulación natural, paisaje y cultura) y que cabe entender, igualmente, como ventaja para una producción con un uso respetuoso de la naturaleza, exigible sin excusas para frenar la degradación de los ecosistemas, mitigar el cambio climático, restablecer los equilibrios eco-sistémicos y como inversión económica productiva con rendimiento social en salud y bienestar, que son bienes y servicios comunes[2].

Es más, el nuevo contexto pospandémico revaloriza el ecosistema de Urdaibai con dos resignificaciones: la de ser un tesoro patrimonial de vida y salud; y la percepción social de que se trata no solo de un activo sino que tiene 47.700 guardas para su mantenimiento compatible con un desarrollo sostenible.

Este material sobre economía de Busturialdea-Urdaibai se produce en el cuadro de la investigación “Territorios en conflicto (2)”, liderada por Gernika Gogoratuz y financiada por la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo (Gob. Vasco), que está centrada en cuatro ámbitos: acceso a la tierra, sostenibilidad, desigualdades de género e identidad cultural.

Aquí no se abordan esas cuestiones que son objeto de otros análisis, sino los previos o los impactos tangenciales: el acceso a la tierra está condicionado por la población, la economía productiva de la comarca y la distribución de la renta; la sostenibilidad es imposible si no se abordan los retos del modelo de desarrollo espacial y económico de la comarca; las desigualdades de género se expresan, sobre todo, en las cifras en educación, ocupación, paro y en la distribución de los cuidados de la infancia y de los mayores; y la identidad cultural debe reinventarse desde la tensión entre la herencia cultural recibida y la realidad de una sociedad transformada por nuevas ciudadanías y los nuevos paradigmas culturales universales que nos traen los medios de comunicación e Internet. Y todo ello se ha de gestionar política y colectivamente desde instancias democráticas participativas y desde una idea sobre la sociedad y la cultura que queremos, aceptando que la identidad cultural es cambiante pero gestionable con proyectos.

Este informe quiere ir mas allá de la mera opinión – sea de los distintos grupos de la sociedad civil y grupos de interés o de la opinión pública- para enfrentarlos a datos reales, mediante categorías al uso que permitan contrastes con otros modos de pensar y que son necesarios para diagnósticos fundamentados en datos y evoluciones. Siendo imprescindibles las resistencias y alternativas grupales, ganarán en legitimidad colectiva si generan discursos omnicomprensivos desde parámetros y narrativas de partida comprensibles y aprehensibles, más allá de sus entornos de influencia con vocación de convertirse en hegemónicos o, al menos, en discurso alternativo general.

Este documento está a caballo entre una investigación detallada y un texto de divulgación. Se trata, sobre todo, de un análisis cuantitativo que deja pendiente un análisis más cualitativo y de profundización –sea de carácter estructural, sea de análisis de relaciones sociales- para lo que sería necesario previamente un debate que permita un diagnóstico más acabado.

Es un documento para volver a hablar también de estos temas socioeconómicos[3]. Pero tiene un hándicap: los informes de carácter macroeconómico y social en temas de los más variados abundan a niveles institucionales -el Consejo Económico y Social en sus informes anuales que edita cada julio sobre el año anterior se hace eco de ellos- pero la estadística del Instituto Vasco de Estadística-Eustat solo baja hasta el ámbito local o comarcal en unas pocas variables.

Afortunadamente, el medio ambiente y los aspectos microsociales parecen estar en la agenda y tienen mayor seguimiento en Busturialdea aunque la acción institucional vaya muy por detrás también en estas cuestiones. Aquí se analizan solo algunos temas sobre la comarca misma y sus cabeceras -Bermeo y Gernika-Lumo- en un ejercicio comparativo con Bizkaia y Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV en adelante).

Se han querido hacer, preferentemente, comparaciones a 10 y 40 años vista, según la disponibilidad estadística oficial, es decir, más un análisis del largo plazo del que venimos que del corto plazo, aunque también se hacen seguimientos de coyuntura de algunas variables.

Además habría que cruzarlo con otras cuestiones que aquí no se tratan[4] (medioambientales –tratamiento de residuos, contaminación, red de saneamiento, hidrología, suministro de aguas-, disposición de suelos, transporte, infraestructuras viarias y educativas, acceso a la tierra, índices de bienestar, franjas diferenciadas de población..), para una hipotética propuesta de líneas de actuación o de reivindicación que, seguramente, seguirían la senda del paradigmático Programa de Armonización y Desarrollo de las Actividades Socio-económicas (PADAS) de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (septiembre de 1998), de la “Estrategia Urdaibai (2009-2015)” (2009) formulada desde el Gobierno Vasco o de la Agenda Local 21, y que siguen pendientes de ejecutar en toda su dimensión, no sin antes revisar sus paradigmas que seguramente ya no responden de la misma forma que en el pasado al Urdaibai de después de la pandemia.

Habría que tener en cuenta que desde que se hizo un balance del grado de cumplimiento 10 años después del PADAS, del que se señalaron algunos resultados interesantes y otros bastante menos, sobrevino la crisis de 2008-2014. Y ello no solo paralizó el gasto público y marginó proyectos, sino que hizo difícil articular una sociedad civil –más allá de los grupos activistas- con alternativas, reivindicaciones y movilizaciones comarcales ante el muro institucional del “no hay dinero” (orientado a otras prioridades), lo que pudo redundar en un cierto desánimo hasta hoy.

Cabe recordar al respecto que sigue su marcha exasperante el Plan de Saneamiento de Urdaibai, con décadas de retraso, la degradación hidrográfica hasta la escasez, las infraestructuras de carreteras a medio hacer, los proyectos paralizados de parques industriales, la invasión del eucalipto arrecia… Nada de todo esto es culpa de la Reserva. Al revés, ocurren a pesar de la declaración de Reserva y cabe pensar el desastre general añadido que se habría vivido tras el desplome del modelo industrial de los 70 -por inadaptación a nuevas formas de producir y de producciones en tiempo de globalización-, si no se llega a implantar la Reserva de la Biosfera de Urdaibai con sus consiguientes inversiones.

Sin embargo, hay que ser conscientes de que tanto el final de 2020 como 2021 van a ser un punto de inflexión por el paréntesis de la pandemia, por lo que sus efectos en la población y en la economía son una incógnita. Leeremos el pasado con otros ojos y pergeñaremos el futuro de manera distinta a la que se puede entrever en este mismo documento que, inevitablemente, opera con las coordenadas de antes de 2020 y que, al final, es un testimonio a modo de certificación de cómo iban las cosas antes del Coronavirus, en otra época, más que como guía para afrontar el futuro.

Es seguro que cambiarán la correlación de fuerzas sociales, las variables, los valores y la acción política -aunque no sabemos hacia donde en la pugna entre comunidad y democracia versus autoritarismo e intereses-, pero también es seguro que habrá continuidades -no se empezará a finales de 2020 desde cero ni mucho menos- desde los factores más estructurales vinculados a la vida, la organización y el poder. Lo que más cambiarán serán los agentes y su lugar social y económico.

Las crisis de este tipo dejan féretros, producen heridas indelebles en el espíritu de las personas y los pueblos y suelen aprovecharse, si no se contrarrestan colectivamente, para los giros de tuerca negativos en la sociedad y a costa de los más desfavorecidos. Las interesantes muestras de solidaridad durante el confinamiento pueden tornarse en un espejismo mañana, cuando los intereses de parte retomen su rumbo sobre un tejido social más debilitado, y el ejercicio de la política se apalanque sobre el miedo y la resignación para imponer sus decisiones. No es inevitable que eso sea así. Depende de la consciencia respecto a lo que nos enfrentamos y de la relación de fuerzas que se consiga en la lucha por pilotar un futuro solidario y digno. Se requiere para ello una triple alianza desde criterios acordados de bien común: ámbito público en sus diversas escalas, ámbito comunitario y ámbito privado.

Tras el efecto arrasador de la Covid 19, también sobre el aparato productivo en general, habrá que plantearse nuevos criterios de valoración social. Se puede tener la oportunidad de formularlos de forma más certera sobre los problemas más sustanciales, una vez vista la fragilidad de la vida. La posibilidad del papel motor de la intervención pública para el arranque del sistema sin la mordaza de los déficits cero, hace más perentoria la redefinición de los problemas, tanto en Euskal Herria como en Busturialdea, para acertar en su intervención y con la responsabilidad añadida de hacerlo desarrollando la sostenibilidad de la Reserva de la Biosfera. Con este documento se pretende coadyuvar a ello.

[1] Ver Directrices de Ordenación Territorial Dto. 128/2019. En el anexo 1, art. 4 2019.

[2] También lo decía Urremendi, la asociación de desarrollo rural hace 10 años: “La RBU no es una limitación al desarrollo sino una palanca del mismo si sabemos diseñar un modelo y lo implantamos con buena praxis” (2011: 9).

[3] La ausencia de análisis socio-económicos de la comarca es una debilidad detectada en el Gobierno Vasco (Dpto de Medio Ambiente y Política Territorial) “Plan para la interpretación, investigación, capacitación y educación para el Desarrollo sostenible en la RBU”. Anexo 1. Gernika 2015, pgs 66 y 69.

[4] Hay para ello otros informes. Ver Gobierno Vasco (2009): “Diagnóstico estratégico de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai”. Áreas de Patrimonio y Cultura Análisis Económico. Vitoria Gasteiz. Alguno de estos temas son objeto del informe de “Territorios en conflicto” (Gernika Gogoratuz) en el “Estudio de caso: Urdaibai (País Vasco). Conociendo iniciativas y compartiendo diagnósticos colectivamente“ de Xabier Arana (2019). Igualmente sería deseable otro estudio que resumiera las políticas adoptadas en el pasado y que ahora se trataría de revisar y actualizar, con el concurso y discusión coral entre expertos y la sociedad civil de referencia.